Mi taller tiene un Zahorí.

Hace ya muchos pero que muchos años que realice la primera compra de un equipo de diagnosis y por entonces era una locura por coste y por perspectiva económica. Económicamente tubo una rentabilidad horrible a corto plazo, a largo plazo la experiencia adquirida ha dado como resultado una gran rentabilidad, sobre todo personal. 

 

Encontrar el momento no es fácil cuando se trata de anticiparse al mercado, mucho menos aún cuando por si mismo un equipo de diagnosis no repara ni diagnostica. 

 

La Diagnosis de la que todo el mundo habla no es más que la acción y efecto de diagnosticar.

 

Diagnosticar es la constante recolección de los síntomas, datos y patrones que nos permitan evaluar un problema o problemas concretos.


Diagnostico es el arte o acto de reconocer un problema.

 

Diagnosticador es aquel que diagnostica o sirve para diagnosticar.

 

Lo simpático de todo esto es que para un taller de aquel entonces hasta la electricidad básica era un reto y de repente aparece una nueva herramienta, El equipo de diagnosis.

 

Evidentemente los equipos de diagnosis no aparecieron antes que la gallina y por lo tanto el huevo no fue otro que unas cajas electrónicas llamadas centralitas que controlaban las funciones básicas de los motores. 

Los mecánicos de toda la vida han diagnosticado averías desde que el automóvil es automóvil ya que la diagnosis, tal y como he dicho antes, es la acción y efecto de diagnosticar y esta a su vez es la recolección de los datos suficientes para resolver un problema ó avería. Pero claro, tuvieron que ser los sistemas electrónicos quienes se hicieron con ese honor y parece que diagnosis solo es sinónimo de la localización de averías por medio de un tester conectado a un vehículo.

A mi me gustaría volver a los orígenes ya que hoy en día sigue valiendo la misma regla de toda la vida a la hora de enfrentar los problemas. Cuanta mas información tengamos mejor enfrentaremos la solución ya que la herramienta principal de todo diagnosticador debería ser una intuición e imaginación infinita anidada en la mas robusta formación y experiencia. No espero la bendición de los expertos a la hora de analizar la razón de que un diagnosticador dependa de su intuición e imaginación, pero estoy seguro de que todos los que de una u otra forma han realizado diagnósticos de forma regular me darán la razón al señalar estas junto a la formación y experiencia como las claves reales que hacen a un técnico un verdadero diagnosticador.

¿Y que tiene que ver en todo esto un Zahorí?, pues me he ido a consultar lo que dice el diccionario que no es otra cosa que:

 

Zahorí: Persona a quien se atribuye la facultad de descubrir lo que está oculto...(especialmente manantiales) Persona perspicaz y escudriñadora, que descubre o adivina fácilmente lo que otras personas piensan o sienten.

 

Y puestos a comparar, ¿no es un diagnosticador una persona a la que se le atribuye la facultad de descubrir lo que está oculto....(especialmente en un automóvil), Persona perspicaz y escudriñadora, que descubre lo que otras personas sienten, piensan o escuchan que le ocurre a su automóvil?

Al igual que un Zahorí utiliza una rama, el técnico diagnosticador moderno utiliza  los equipos de diagnosis. Como degeneración de equipo de diagnosis solemos pensar basicamente en el lector de averías y datos que ademas es capaz de interactuar con los sistemas electrónicos del vehículo, permitiendo codificaciones y programaciones de los diferentes sistemas. Evidente es que Tambien son equipos de diagnosis el multimetro, osciloscopio, etc...

 

Pero realmente a un diagnosticador no le hace bueno un equipo de diagnosis, le hace bueno una gran formación y experiencia utilizadas con intuición e imaginación.

 

La formación y la experiencia hacen al diagnosticador metódico y posibilita tomar la mejor decisión sobre el procedimiento a seguir. Cualquier técnico puede adquirir grandes conocimientos y sumar una amplia experiencia. Pero lo que hace realmente único a un gran diagnosticador es la intuición y la imaginación ya que ambas son innatas en la persona y difíciles de educar para quien no las posee.

Los vehículos no son maquinas estables ya que su principal virtud es la movilidad y en si misma esta virtud dinámica hace que la inestabilidad forme parte de su complejidad.

 

Los procedimientos de reparación y diagnostico se basan en diagnosticar sistemas estables afectados por variables inestables creadas por la propia dinámica del vehículo. Pero la realidad es que esta dinámica hace que las variables a las que se enfrenta el funcionamiento de los sistemas que lo componen y mas concretamente los fenómenos externos (conductor y ocupantes, climatología, condiciones ambientales, carreteras, terceros como grúas, talleres, etc...) hacen que los procedimientos de las marcas a la hora de diagnosticar se modifiquen a diario con nuevas averías y casuísticas generadas por las condiciones de uso.

 

Todavía recuerdo los primeros cuadros de mandos que llegaban a taller con sus pantallas de información digital apagadas ó fallando en parte de sus pixeles y más aún como a la hora de diagnosticar este problema y estando montado en el vehículo, observe que la guantera contenía un fantástico paño multifibras. Rápidamente me vino a la cabeza la cantidad de corriente electrostática que estos tenían para atraer las particulas de polvo y relacione lo terriblemente delicadas que eran las pantallas de información a este tipo de campos eléctricos. Mi diagnostico se confirmo preguntando al cliente simplemente si el cuadro había fallado después de limpiar el salpicadero con aquel paño fantástico. ¿Alguien cree que el diagnostico no fue forjado gracias a la intuición e imaginación? y sin necesitar herramienta electrónica alguna.

 

Quizá los técnicos diagnosticadores dotados de esa intuición e imaginación deberían ser llamados Zahoríes del automóvil.

 

Un diagnosticador cualquiera.

 



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